jueves, 29 de mayo de 2014

La transcendencia de la literatura hebrea en el cristianismo actual


 

El cristianismo actual, con todas sus vertientes, tiene como cauce principal la tradición judeo-cristiana de la iglesia primitiva, la iglesia que en los albores del naciente cristianismo fue edificada sobre hombres y mujeres con fuertes raíces hebreas en su nacionalidad, costumbres y religión.


El pueblo judío giró su vida social y espiritual en el legado recibido por sus patriarcas como Abraham y sus descendientes, en la legislación entregada de Yahvé por mano de Moisés, en el reinado de David y sus sucesores, en las advertencias y llamados de los profetas.  Toda esta herencia fue consignada en su literatura hebrea, y se volvió esta literatura el vehículo de llevar la identidad judía a sus generaciones. Una parte importante de esta literatura hebrea fue reconocida como Escritura inspirada, como una revelación de un Dios que les hacía un llamamiento de ser un pueblo especial entre los pueblos de la tierra “vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos” (Éx. 19.5).  Un pueblo que albergaría en su seno al Mesías que restablecería el reino de Yahvé para todo el mundo “Porque de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Yahvé, y juzgará entre las naciones” (Isaías 2. 3,4). Los primeros discípulos de Jesús, quienes eran hebreos, reconocieron en este maestro judío el pleno cumplimiento de lo prometido en las Escrituras hebreas, lo que les había sido enseñado en su literatura religiosa estaba cumpliéndose y revelándose mucho más allá de sus expectativas, pues reconocieron en el Mesías Yeshua la encarnación de Dios mismo entre los hombres, un Dios que necesitaba humanizarse, subir al calvario y expiar los pecados de ellos y del mundo.


El cristianismo se concibe así mismo como el anuncio del cumplimiento de lo que en la literatura hebrea se denominó Las Escrituras, ahora ya no sólo para el pueblo de Israel, sino para todo el mundo.  Saulo de Tarso, llamado luego Pablo, un “hebreo de hebreos”  (Fil. 3.5.) formado en las escuelas rabínicas donde la literatura hebraica de las costumbres y tradiciones se sumaban al estudio de ‘Las Escrituras’, se erige luego como columna en el Cristianismo que se estaba organizando, y este apóstol escribe sobre los escritos hebreos: “toda ‘La Escritura’ es inspirada por Dios, útil para instruir…” (2da. carta a Tim. 3.16.), sancionando así que para el Cristianismo la literatura hebrea  contenida en la Las Escrituras, seguirán siendo el canon para la liturgia cristiana, adicionándose luego “las otras Escrituras”(2da. Pedro 3.16) que vendrían luego por mano de los evangelistas y los apóstoles a constituir el nuevo canon, más adelante llamado Nuevo Testamento o Nueva Alianza que junto con las escrituras de la Antigua Alianza o Antiguo Testamento formarán la Biblia, como la palabra de Dios entregada a los hombres tal como hoy nos ha llegado hasta nuestros días.


Mayo, 2014


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