Introducción
En la obra “El Extranjero”, Camus
describe a un hombre, cuya vida monótona y sin reflexión en un sentido de
existencia, se ve atrapado en su misma realidad. Leyendo a Camus uno se
puede preguntar: La falta de visión de la trascendencia de la vida ¿nos conduce
a vernos encerrados en nosotros mismos? Seguro que sí...
Partiendo de la descripción de
protagonista de la obra y realizando un paralelismo con una vida moderna, donde
la falta de conciencia en la esencia de la trascendencia, muestra como el
hombre se va consumiendo así mismo.
Desarrollo
Descripción de Mersault,
protagonista en “El Extranjero”, y un paralelo en la sociedad moderna.
a) Hijo único, su madre anciana y
distante emocionalmente los dos. El protagonista lleva a su
madre a que culmine sus días en un asilo de ancianos. En el hogar de Mesault la
figura paterna está ausente, no solo físicamente, sino también en ninguna
evocación de recuerdo o de referencia. El hombre moderno de hoy no contemplan
la familia como lugar de desarrollo de su persona. Este nido-familia ha sido
desplazado por el trabajo, por la convivencia de pareja basada en la necesidad
y la atracción sexual. Como perdemos nexos afectivos con la parentela, entonces
la vejez de un padre o una madre deben enfrentar indiscutiblemente la soledad
por no existir un hogar, una familia que acoja su senilidad. La sociedad
moderna lo comprende y ofrece como un producto comercial más, un asilo-hogar
para que la vejez sea menos solitaria...
b) Un hombre trabajador, una pieza
más en el engranaje de la producción económica. El protagonista es
un empleado donde sus tareas diarias le imponen un ritmo de vida indispensable
para sobrevivir, puesto que si no trabaja perece. La muerte de la madre de
Mersault interrumpe su trabajo, ocasiona inquietud porque él debe dejar de
trabajar. El jefe acepta, casi no queriendo hacerlo para evitar que el joven no
produzca ese día. Mersault llega al punto de hasta lamentar la muerte de su
madre por la posible incomodidad que le ocasionaría este evento a su jefe y
consecuentemente a su estabilidad de trabajo. Las sociedades industrializadas
imponen un ritmo de —hay que producir más—,
—hay que trabajar más—,
y todo lo que producimos como necesidad los necesitamos adquirir, porque en
este pensamiento el tener define el ser. El hombre moderno
tiende a subyugar la sensibilidad del alma a las necesidades productivas de la
sociedad moderna y desarrollada. No hay tiempo para el llanto, tampoco hay
tiempo para el goce estético, hay que trabajar. La sociedad, la industria, la
fábrica, apagaron el paisaje del poeta que quieres escribir, que el pintor
quiere trazar, que el cantante que quiere interpretar con melodías.
c)
Hombre demasiado pragmático.
Mersault entiende que todos hemos de morir, entiende que a su madre anciana le
llegó su hora, que él mismo ha de morir un día. Mersault no sufre por esto. No
llora cuando su madre muere. La vida es más que una deducción mecánica de
nacer, reproducir y morir. ¿El ser humano tiene una esencia trascendental de su
existencia? Sartré, filósofo existencialista señala que 'la esencia no precede a la
existencia’, que el hombre es lo que él hace. Sartré encapsula al
hombre en una lógica que empuja al hombre a desfallecer en sus sueños, en sus
esperanzas, en ganas de vivir por sus ideales, por corazonadas. Todo ser humano
debe tener aspiraciones quijotescas en su ser, lugares que conquistar. La vida
es más que existir consumir y parecer. Mersault besa y hace el amor con una mujer,
porque el deseo lo conduce hasta ahí, no porque busca enamorarse, amar, ilusionarse.
No hay cabida de estos sentimientos en su ser. ‘¿Para qué?’ dice Mersault.
d) Un hombre que sólo cree en lo
que ve y palpa en sus sentidos. El protagonista de la obra de Camus
no está dispuesto a creer en Dios, pues no lo ve, no lo siente. No está
dispuesto a aceptar que Dios está allí, aunque no lo pueda ver, oír,
tocar. La vida, para él, existe en el marco de su propia conciencia de
existir, y al dejar de existir él, ya nada existe. El hombre moderno de la
sociedad, de la industria, del consumo, es cada vez más inmerso en la
búsqueda de la felicidad por medio de sus sentidos. Cuánto tengo, cuánto
adquiero, cuánto disfruto. Lo espiritual no existe pues no lo puedo comprar,
por tanto, es intrascendente. Esto ha llevado a muchos individuos a corrientes
ateístas, nihilistas o agnósticas, no solo como postura filosófica de
argumentos, si no como una forma práctica de vida. Una vida sin dios y
sólo con la ley de mi misma existencia.
Protágoras señalo: “El hombre es la medida de
todas las cosas”, y hoy la sociedad de Mersault descrita por Camus
pareciese decir: “...sí, el hombre es la medida, porque este define según su
tamaño y estatura lo que es y lo que no es en su mundo”.
Conclusión
Albert Camus, apologeta del
existencialismo, pone en evidencia en su obra El Extranjero, el triste destino
del hombre atrapado en la propia existencia de sí mismo. La vida si tiene
esencia, y el color de esa esencia define la existencia de los hombres. Los
hombres, además de ser materia y psique, sí somos también espíritu. Hay un
soplo divino, una fuerza vital que impulsa nuestro ser al amor, A la fe, a la
esperanza, al deseo de ser mejores, al goce estético del mundo. La increíble
estructura y gran complejidad del ser humano no puede estar atrapada en una
estructura mecanicista de nacer, reproducirse y morir. Tenemos una esencia,
cubierta por un velo misterioso, que nos empuja a la trascendencia de nuestro
existir. Roberto Gómez Bolaños el increíble “Chespirito”, en una entrevista en
su vejez, percibiendo ya cerca su muerte, decía mirando al cielo: ‘Yo sé que esto no se acaba
aquí’.
Agosto, 2015