No hay propuestas muy claras de autores nacionales con
estilos Realistas y Naturalistas enmarcados en la segunda mitad del siglo XIX
hasta finales del mismo o inicios del siglo XX, salvo las novelas Cumandá y La Emancipada
consideradas aún como partes del corpus literario “romántico”, sin embargo,
vemos unas pinceladas de “realismo suavizado” en sus obras. A La Costa de Luis
A. Martínez (1904) es
considerada como la primera novela de corte realista a inicios del siglo XX.
Conocidos por todos es la etapa del Modernismo donde resalta la
“generación decapitada” por los años 1920 y luego el Realismo Social con “Los
que se van” en los años 1930. Sin embargo, en los años que surge el Realismo y
el Naturalismo en Europa y en Hispanoamérica, de mediados del siglo XIX hasta
finales del mismo, son tenues las luces que se encienden en nuestro país en
estas corrientes literarias. Vemos de forma pronunciada un salto del Romanticismo
al Modernismo. El Modernismo con influjo europeo en respuesta y oposición
al exceso de sensiblería romántica que había dominado la escena literaria en su
época inmediata anterior.
El punto en cuestión es por qué no
vemos las manifestaciones del Realismo y el Naturalismo en letras ecuatorianas
en esos años. Quizá una forma posible de entender esta ausencia es
comprendiendo los motivos del Realismo y el Naturalismo surgidos en Europa a
mediados del siglo XIX, en cuya época se encontraba ya consumada la revolución industrial
y se había dado paso a una sociedad proletarizada cuyo peso de la economía era
más urbana. Y es en las sociedades citadinas donde la mecanización de la
vida, el ritmo de las jornadas diarias de trabajo, expresan la configuración
del hombre en ese ambiente, reproduciendo con más claridad sus formas urbanas
de vida con sus vicios; los individuos reflejan su hábitat creado en
comunidades, a veces hacinadas, reproduciendo con ello escenas de convivencia a
veces duras y crueles. Los escritores realistas y naturalistas supieron
reflejar la época en sus escritos como forma de desengaño a una sociedad que
hablaba de sí misma como “progreso” por estar desarrollada con máquinas su
economía.
Para los años 1850 al 1900 en
Ecuador, el posterior desarrollo de su época republicana era turbulento
políticamente por la tenencia del poder de gobierno; las grandes mayorías de la
población eran rurales y la proletarización urbana fue un fenómeno en el país a
partir del siglo XX. En los años 60 de la segunda mitad del siglo XIX las
montoneras de Eloy Alfaro empiezan a luchar por un cambio social de una
sociedad latifundista a una sociedad liberal. La forma social de vida del
Ecuador en esta época era ya muy distante de las situaciones que se daban en
Europa, y aún de países como México; las discusiones del Ecuador no eran si el
hombre era o no feliz en las ciudades que había creado, las discusiones eran si
se podía o no construir una sociedad moderna que dejara realmente atrás los
vicios de manejar el Estado como los territorios de la colonia. Escriben en el
país en esa época Julio Zaldumbide, Remigio Crespo, Honorato Vásquez, José
Peralta, Roberto Andrade, Luis Cordero Crespo entre otros, escribiendo entre
ellos relatos indigenistas, ensayos políticos, historia, poesía romántica, pero
no abordan temas realistas ni naturalistas. El contexto en el Ecuador para
escritos realistas empieza a manifestarse mucho después en los años 1920, 1930
en adelante. Un escritor naturalista bien podría ser Pablo Palacio (1927), y
quizá como realista opinan algunos la obra de Humberto Salvador (1930). El
realismo social es manifiesto con Fernando Chávez (1927) y “Los cinco como
un puño” (1930). En esos años el país ya generaba el marco para manifestaciones
literarias de cortes realistas y naturalistas.