domingo, 24 de enero de 2016

Coloquio sobre pluma y letras de Bertha Mendoza de Tapia



 


Bertha Mendoza Mera, es una autora ecuatoriana, manabita nacida en el recinto Peminche del cantón Santa Ana.  Nació el 25 de agosto de 1929.  Casada desde 1960 con Luis Tapia, madre de cuatro hijos, Lira, Enrique, Lupita y María.  Dos de sus hijos, Enrique y María, la acompañan hoy desde el cielo. Se desempeñó en sus primeros años como normalista docente graduada del Colegio Nacional Rita Lecumberri.  Con su familia emigró a los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1968.  Allí culminó sus estudios universitarios licenciándose en Artes Liberales y obtuvo además su grado de Máster con especialidad en Literatura Hispanoamericana.  Combinó sus actividades de maestra con actividades de inversionista en bienes raíces. Es miembro de Who is who in California, institución honorífica de personas con gran talento, visión y espíritu pionero.  Ha publicado libros de poesía, ganadora de premios en sus publicaciones, ha participado en recitales poéticos internacionales, y ha incursionado en la narrativa con libros de cuentos.  Desde Yorba Linda, California, donde se radicó con su familia, es creadora y presidenta de la agrupación Quinta Región del Ecuador, impulsando actividades en la mejora de la comunidad inmigrante a través de su Fundación Lubertha. Ha recibido méritos y condecoraciones en el Ecuador y en el extranjero por su ardua labor benéfica y aportes a comunidades y a actividades relacionadas con el arte y la cultura.  La Asamblea Nacional del Ecuador en el 2013 le otorgó la condecoración Matilde Hidalgo de Procel al Mérito Cultural.  (Asamblea nacional, 2013)

Actualmente radica en su retiro en Manta junto con su esposo, desde donde sigue activa en la promoción del arte, la cultura y el desarrollo de actividades benéficas y sociales.

Las publicaciones de la autora enriquecen el compendio de obras poéticas en la producción nacional.

Los libros Flores de Otoño, Memorias del silencio y Vorágine de Gritos compilan un trabajo de más de ciento cincuenta poemas desarrollados por la autora desde el año 1996. Su primer trabajo con el poemario Flores de Otoño ganó el primer lugar en concurso de poesía de la casa de la Cultura en Long Beach, California. El poemario Vorágine de Gritos obtuvo el Premio Caza de Poesía Moradalsur 2001, evento que realiza la edición y difusión de la poesía escrita en español en los Estados Unidos.  Ha publicado numerosos poemas en periódicos nacionales y en revistas universitarias de los Estados Unidos.  Sus poemas han sido recogidos en varias antologías nacionales y en países como México y España.  Estos poemas la han llevado a formar parte de escritoras latinoamericanas con encuentros en México, Estados Unidos, Puerto Rico, España, Cuba y Perú.   Su trabajo y los temas abordados en su poesía han dado un impulso a la causa de los derechos de género.  

La autora realizó un ambicioso proyecto de recopilación de perfiles biográficos de compatriotas emigrantes alrededor del mundo. El trabajo publicado se denominó Who is Who (Quién es quién) Ecuador en el mundo. Esta obra descriptiva, con minibiografías redactadas en términos llanos y claros, en español y en inglés, es una labor de gran esfuerzo y con un gran aporte generacional de un fenómeno social de movilización que ha vivido nuestro país en los últimos decenios. Resulta interesante ver los alcances logrados de destacados migrantes en el extranjero. La obra publicada por la autora es un gran aporte de mostrar un puñado de los miles de talentos humanos de ecuatorianos alrededor del mundo.  


Entrevista

La autora me recibe en su domicilio para realizar esta entrevista.  Son las 4 de la tarde cuando empezamos este diálogo.  Estoy frente a una mujer notable que con 86 años sigue pensando que debe seguir escribiendo.  Sus inicios como escritora han sido en poesías, un libro de cuentos y está próxima a terminar una novela. Y vamos a conversar sobre su obra de cuentos publicado en el 2011, Vivencias de desde esta orilla.

https://drive.google.com/file/d/0B_aV2K3iiZylMVlyYjVia01hbGc/view

 

Vladimir Zambrano (V.Z.): En su infancia Qué cosas atraían su atención aparte de la lectura y las letras

Bertha Mendoza (B.M.): Como yo fui nacida en el campo a mí me atraía la atención los pollitos cuando nacían chiquitos, eso era hermoso para mí y también las plantas.

VZ.: Siempre hay algún evento que precipita algo en nuestra vida, algún hecho circunstancial que me lleva encontrarnos con algo dentro de nosotros mismos ¿sucedió algo usted antes de empezar a escribir?

B.M.: Cuando yo era pequeña sentía que mi papá no me quería mucho a mí porque era mujer y él quería varones para que le ayuden hacer sus trabajos, sin embargo, él fue un gran padre, lo quiero mucho, pero yo en ese sentido me sentía un poquito aislada eso parece que me trajo deseo de escribir, de escribir algo.

V.Z.: ¿Cómo descubre entonces de ahí usted su inclinación por la escritura? ¿Cómo sucedió?

B.M.: Pasó mucho tiempo, me casé tuve mis niños, y hubo problemitas en el matrimonio.  Quise estar otra vez sola y luego estuve como 9 años sola, luego me vuelvo a casar con mi esposo actual, son 57 años de matrimonio, y durante ese tiempo quise escribir, sentía en realidad un ansia que no la puedo explicar, pero quería irme de esta tierra, de este suelo terráqueo y mi inclinación era volar, irme lejos y así lo he sentido, me iba espiritualmente y volaba, no estaba aquí en la tierra y ahí empecé a hacer mis versos.

V.Z.: ¿Qué edad tenía usted?

B.M.:  En ese tiempo que empecé hacer esos versos tenía unos 30 años luego, cada vez escribía, no los coleccionaba, pero después que me fui a los Estados Unidos ya una señora de 40 años que estaba en la universidad y allí había talleres literarios, entonces fui a un taller literario que mi profesor me mandó y me gustó mucho.  Nosotros escribíamos, leíamos, indicábamos lo que leíamos y yo empecé a escribir también. Así empezó mi primer libro después de que había escrito algunos poemas hice mi primer libro.  Me acuerdo de que me invitaron para que fuera miembro de la casa de la cultura de Long Beach, allí se hacían los concursos literarios y me gustaron, después al siguiente año yo escribí un poema y el mío salió con el primer puesto.

V.Z.: ...Y ahí empezó ya la carrera literaria como tal...

B.M.: Después me nombraban jurado, porque creían que tenía bastante talento.

V.Z.: Ah ya... eso en Estados Unidos. De las obras que usted leyó en esos tiempos, de autores ¿cuál le cautivó a usted la atención? ¿Qué tipo de obras?

B.M.: A mí me gusta muchísimo la obra del chileno que se llama Neruda y de Gabriela Mistral.  Esos me gustan mucho, hay otros de México también, de España he leído mucho, pero Gabriela Mistral me encantaba, porque ella escribía para los niños con mucha dulzura, y de Pablo Neruda lo siento muy tierno al hablar de la mujer.

V.Z.: Los géneros literarios que usted ha producido cuando ha escrito ¿cuáles han sido?

B.M.: Empecé escribiendo un cuento, me parece que se llamaba Abel, y ese cuento lo escribí porque yo tuve un hermano que se llamaba Julio, era lindo, hermosísimo, pero se enfermó y más tarde murió.  Yo estuve con él desde Joven, sé lo que sufrió y eso me da mucha pena, siempre pensaba en eso y escribí ese cuento, ese fue mi primer cuento.

V.Z.: ¿Qué otras obras más de géneros literarios ha realizado?

B.M.: Los poemas, la poesía, también empecé a escribir novela, tengo una novela empezada también, vamos a ver que produciré más tarde, pero la poesía me ha gustado mucho.

V.Z.: ¿Qué rasgos de su vida son los que usted quiere mostrar con su obra? (el libro de cuentos) ¿Hay rasgos de su vida que usted quiero mostrar un poco con su obra?

B.M.: Oh sí, Claro que sí, por eso en el libro Vivencias desde esta orilla comienzo con las casona de los Mendoza, yo soy Mendoza y mis antepasados fueron Mendoza.  Se dice que una persona de apellido Mendoza llegó de España hace muchos, muchos años y de ahí proviene la familia Mendoza, entonces escribo la casona de los Mendoza y otros cuentos, otros pasajes y otros cuentos con los que sigo así porque parece que mi abuelito, mi bisabuelo ha sido uno de los personajes.  Allí en sus cuentos hay nombres como Doña Juanita, esa era mi abuelita, pero los he ubicado en tiempos ancestrales mucho más atrás, mi abuelita sería en realidad mucho más moderna (...sonríe como recordando).  Entonces algo que se decía que a veces los sacerdotes tenían hijos sin haberse casado, aquí está uno, también esa chica que tuvo buena suerte gracias a Dios pudo por su padre mismo, que era el cura, haberla casado con un hombre.

V.Z.: Eso cuenta la historia, pero ese hecho ¿fue ficción o fue realidad?

B.M.: Hay parte real, tiene un poquito de realidad y fantasía...

V.Z.: ...La fantasía propia del cuento...

B.M.: Entonces hay mucho, mucho en esas obras, por ejemplo, el Poeta Laureado era una persona real, si usted lo lee si tiene algo de fantasía, pero el poeta laureado era un peluquero.   Cada cuento tiene su vivencia en realidad

V.Z.: Por eso el nombre de la obra es vivencias desde esta orilla.  En una ocasión Gabriel García Márquez hablaba con Neruda y le decía que él sentía que de alguna forma escribir novelas lo alejaban de la realidad, que el de alguna manera quería volver a hacer lo que él era, periodista, porque el periodista está cerca de la realidad y como novelista cómo creaba algo, lo alejaba de la realidad. ¿Usted cree que también le ha sucedido esto? ¿Qué opina usted?

B.M.: Yo creo en realidad que los poetas y los cuentistas, bueno si se alejan de la realidad...

V.Z.: O de pronto los cuentos sí la acercan a la realidad...

B.M.: Los cuentos un poquito de todo, pero los poemas están más lejos de la realidad y en cuanto al cuento yo pienso que sí hay más realidad qué fantasías, y si se aleja un poquito uno, pero no es mucho, en poemas sí

V.Z.: Claro, también hay cuentos mitológicos en la obra que los revisaremos, como por ejemplo un hombre que se casa en el fondo del mar con la diosa Umiña (...sonríe la escritora).  Y eso es parte de la creación el alejarse de la realidad también es bueno...

B.M.: La diosa Umiña existe, pero la hemos hecho casar.

V.Z.:  En el cuento de la casona de Los Mendoza muestra entonces un poco de la realidad de lo que se vivía en ese entonces en Peminche, como por ejemplo que los hacendados conseguían para para sí doncellas pagando dinero, entre otros detalles de costumbrismo que muestra el cuento ¿ese cuento muestras realidades...?

B.M.: Sí, por ejemplo, cuando yo era bien pequeñita alcancé a conocer un señor que compraba a las mujeres más bellas por 100 sucres.  Ese señor era muy rico, tenía una hacienda que se llamaba Santa María, allí tenía una capilla, él era una buena persona, pero tenía muchas mujeres.

V.Z.: Bueno eso está reflejado en el libro que ese hombre rico tenía un empleado que le buscaba las doncellas, luego se enamora de esta joven que le llegó servirlo a atenderlo.  Hay un cuento que se dice Mis noches favoritas, ese cuento está narrado en primera persona, el cuento de la casona de los Mendoza está narrado en tercera persona, un narrador sobre una historia, ¿qué tanto es realidad de experiencias suyas de niña? ¿qué tanto es ficción en ese cuento?

B.M.: Le cuento que esto es tomado de la realidad, pero yo diría que un 70% es realidad, el resto es fantasía, porque por ejemplo que nos íbamos a la casa de la tía Amalia, nosotros íbamos y ella nos daba una taza de café y empezaba ella a contar los cuentos, eso es verdad yo era una niña chiquita, de unos 9 años con mis hermanitos íbamos allá y pasaba feliz, me gustaba ir por escuchar los cuentos, aquí yo cuento que con mi hermana quisimos hacer lo que oímos en el cuento de la tía Amalia el gigante con espada y en esto mi mamá nos vio, ciertamente es verdad y nos castigó porque mi hermana lloró, entonces esto es verdad, por eso le digo que este cuento si tiene parte de verdad.

V.Z.: ¿Y cuál parte de esta es ficción, de la ficción creada por la autora?

B.M.: La ficción en realidad es la parte última donde dice mamá: “nunca más iIrán donde su tía Amalia” eso no fue verdad, “esos cuentos las desquician, póngase a trabajar” esa parte no fue verdad de que ella dijo que no fuéramos más.

V.Z.: Hay un cuento en la obra que es La novia perfecta ¿qué carácter trató usted de mostrarle al lector que tiene ese hombre? según el cuento con 35 años nunca ha tenido una novia.

B.M.: En realidad este hombre era un perfeccionista, quería encontrar una mujer perfecta, a quien amaría toda la vida, pero no la había encontrado, entonces él se iba a caminar a la playa para ver la Inmensidad del cielo, las estrellas, porque aquí no encontraba nada, él no quería casarse con cualquiera sino con una persona, con una mujer, que lo amará para toda la vida y él quería que ella fuera perfecta pero no encontró nunca, por eso se pasaba meditando, caminando en la playa, viendo el mar, la Inmensidad del océano el infinito, para ver si hallaba una contestación a su respuestas. Y yo no sé si él soñaba o fue cierto que las estrellas le señalaron el mar, entonces se quedó a orillas del mar hasta que llegara la mujer perfecta desde el fondo del mar.

V.Z.: Hay un cuento Quiero verte madre, allí usted escribe un poco del drama del migrante, hay diálogos entre la madre y la hija, y hay un diálogo que le quisiera pedir que lo podamos revisar en la obra, donde usted escribe literalmente así: “¡tengo que huir, tengo que huir! ¡y tengo que salvar la trinchera!” ¿Son palabras de la madre o de la hija?

B.M.: Es la hija quien dice tengo que huir, ella está como señala entonces, está primero hablando con su madre o sea no es realidad, ella habla a la distancia con la madre que duerme, la hija y la madre están “conversando”.  Esto en realidad es la realidad, hay mucha gente que pasa la frontera y que sufre mucho, unos mueren otras mujeres quedan en cinta, hombres muertos, en fin, es una tragedia tremenda para la gente que pasa la frontera, los coyotes que les ayudan a pasar son gente bastante sin alma, y eso me duele a mí, me dolía, por eso es que escribí el cuento.

V.Z.: El cuento Paco Monteverde que está al final del texto usa del recurso del flashback que está relatando algo y va para atrás y regresa

B.M.: Exactamente. Nosotros le llamamos a esto un cuento circular.

V.Z.: El estilo usado en esa narrativa es diferente a los anteriores cuentos, se construye con mucho diálogo la historia. A veces me resultó leyendo, un poco confuso hilar el sentido del relato, se me iba a una imagen con otra, hay una parte que habla de un delirio y ¿es delirio lo que cuenta el protagonista del cuento sobre Raquel sobre la mujer al detective?

Paco Monteverde era casado con esta chica que era bellísima y él la quería muchísimo, era su esposa.  Lo que resulta es que ese muchacho quería una mujer que fuera como de los años del siglo 17, donde la mujer obedecía más al hombre, el hombre llevaba las riendas de la casa, etcétera, etcétera. Por eso él consiguió un robot para que le enseñara cómo debía comportarse con él y en la casa, a la chica no le gustaba eso de que tenía que decirle esa máquina, odiaba la máquina, entonces lo abandonó porque no quería estar con un hombre de la mente del siglo 17.  Voy a narrar un poquito más el cuento, lo que pasa es que a Paco Monteverde se le fue su adorada esposa Raquel  y él se quedó solo, desesperado, y llamo al amigo de él, que era un científico y el científico le dijo: Yo te hago una igualita, una mujer igualita, y si, una noche se la mandó temprano, le tocó la puerta y ahí estaba, ese era un invento de su amigo, quién le ayudó para que no sufriera tanto por su esposa, sin embargo ni se acordó, creyó que era la esposa que se había regresado y que ella era que estaba arrepentida, la robot actuaba igualito que su esposa, era igualita y ella sabía bien qué era el esposo y todo lo que el esposo le gustaba, ella le hacía todo, en el amor y en todo.

V.Z.: El encuentro con el detective es porque...

B.M.: El detective lo recogió de donde lo dejó la robot. Acuérdese bien que él le pide un hijo, Raquel que era la robot porque como que se olvidaba que ella no era su verdadera esposa que estaba con una robot, pero ella le dijo a él que después de cien años se lo podría dar cuando la el hombre descubriera otras cosas más para que los robots pudieran tener hijos entonces se lo daría. Serían como cien años más, y entonces él se disgustó porque dijo que quién era el que le iba hacer el hijo, que no era él porque en ese tiempo él ya no viviría, ya tenía algunos años,  entonces se disgustaron y la robot lo cogió y lo abrazo bien fuerte porque la había insultado diciéndole que era otro el que iba a ser ese hijo, y él ya se moría y se ahogaba, y se acordó de que era un botoncito nomás que no era la esposa verdadera y aplastó otro botón de la desesperación que la mató y la quemó ella, se quemó y él se quedó medio muerto ahí tendido. Y entonces viene la autoridad, lo recoge a él se lo lleva al hospital y él está hablando con el detective que mandó la autoridad para que descubra qué cosa había pasado, quién lo había hecho.  Ahí es donde él habla con el detective y él le cuenta todo el detective. O sea que el cuento comienza por el final, usted ve al detective hablando con el entrevistado, con Paco Monteverde, porque él ya está mejor, está en la cama del hospital y ya ve que él ya puede hablar con el detective, y cuando ya supo el bien todo el detective se fue y él se quedó allí.

V.Z.: En el cuento de Los taxistas hay el relato y hay un diálogo que se construye con el lenguaje propio de la costa, el diálogo decía así: “er gringo medio asustao, pero preñao de curiosidá me pidió que acelerara el auto para ver qué era ese burto luminoso”.   Cuando usted lo escribe así en vez de decir “el” le pone “er”, en vez de “bulto” le pone “burto”, esa técnica narrativa ¿usted la hace deliberadamente para buscar adentrarnos en el señor que está hablando?

B.M.: Sí en los personajes los personajes son los que hablan, no hablo yo, por eso tuve que escribir así, porque son las personas los que decían.  A mi esposo no le gusta mucho esto porque dice que como yo una mujer culta voy a hablar así, yo le digo no soy yo son los personajes (risas).

V.Z.: En el cuento El amor que emergió de las aguas ahí hay varios elementos entre estos se nombra al Tahuantinsuyo ¿qué elementos, qué recursos usted ha utilizado para hacer ese cuento tan bonito, para hacerlo como un cuento como mágico?

B.M.: Sí exactamente, he usado la historia la creación del Tahuantinsuyo, cómo se casaban los príncipes acá con las princesas shirys y entonces un poquito parecido a lo que dice la historia, pero como es cuento yo inventé cosas inmensas: que la mujer lloraba porque acá no llovía y estaban muy pobres, que han extrañado mucho a su princesa, etcétera, etcétera. También dice que habían tenido cien hijos y lo último que pude decir es que desde allá tienen su imperio en el mundo de los espíritus, donde a la gente que muere sus gentes allá ellos la reciben, Es nada más que cosas de la imaginación.

V.Z.: En el cuento Lo que nunca pude decirte, hay una mujer que es parte central de la historia, es la protagonista, donde ella no podía decirle al hombre que lo amaba a su esposo ¿cómo usted logra esta historia?

B.M.: Sucede es que son rancheros ellos de México, la cultura de ellos prohíbe que la mujer le diga al marido o a nadie, a ningún hombre, que lo amaba, que lo quiere.  Es un lugar donde los hombres, sin que la mujer les diga te quiero, se las roban y las ponen en el anca del caballo, se las roban y esas son sus futuras esposas. La mujer nunca puede decirle al marido ni a nadie que lo quiere, eso es pecado.  Ella se casó con él, tuvo hijos, pero nunca le dijo te amo y sin embargo lo amaba mucho. Pero después que él murió, primero que ella, tenía mucha pena de no haberle dicho que lo amaba.  Entonces se fue a su tumba y ahí le confesó cuánto lo amaba, es parte de una cultura de los rancheros mexicanos.

V.Z.: ...Que usted conoce o viviendo en Norteamérica en California.  En estos cuentos como el que acabamos de ver Lo que nunca te pude decir, el de la hija que está siendo atacada en la frontera muestra un poco del perfil suyo como mujer migrante, una ecuatoriana, una manabita que viaje al exterior, pero no sólo se queda allá usted a trabajar, si no que usted mira el entorno, y de alguna forma es sensible al entorno.   Eso es una de las características que tiene el escritor, que es sensible al entorno. ¿Cómo explica usted esa sensibilidad suya?

B.M.: Bueno en realidad uno nace como es, pero yo soy muy sensible a las cosas que pasan cerca o lejos de mí.  Soy muy sensible, mi mundo es muy grande, no es solamente mi familia a quien amo con todas mis fuerzas, pero son todos todas las personas en las distintas culturas, todas ellas son parte mía también, por eso me dolía mucho eso de que los emigrantes de Centroamérica, de México y otras partes del mundo sufren tanto cuando pasan por las fronteras, eso me dolía el alma.

V.Z.: En el cuento Ramira el personaje que es una mujer, usted la describe con “una mujer de cabello largo que le llegaba a las caderas”, en el cuento de la casona de los Mendoza, Angelita, que también es protagonista del cuento, era también una chica que la describe también con el cabello largo hasta la cintura, ¿por qué ese énfasis del cabello largo y de la mención de las caderas, de la cintura?

B.M.: Primero porque las dos son jóvenes, pero son del campo, no son de la ciudad y en esos tiempos la cultura era que la mujer tuviera su pelo largo, entre más largo.  Yo tuve una tía, hermana de mi papá, el cabello le llegaba hasta los tobillos, se llamaba Amalia.

V.Z.: En el cuento Petra también escribe de Petra como “una mujer de pelo lacio negro cayendo vertical aplomo hacia la prominencia de las caderas”

B.M.: ¡Exactamente!

V.Z.: ¿A quién va dirigido? ¿A quién pensó que, como autora, debe ir dirigido este libro de cuentos?

Bueno yo quisiera que el cuento fuera leído por la juventud de ahora porque aquí hay bastantes cosas del pasado, bastantes costumbres del pasado.  Eso si ellos leen, están viviendo unos años pasados en la historia, historia de las culturas pasadas.  Y la cuestión también del paso de los emigrantes de América del Sur, de México hacia los Estados Unidos que es muy conocida y me gustaría que alguno se lean el cuento y sepan que así se sufre en ese paso.  Hay muchas otras cosas como por ejemplo el cuento de este muchacho Paco Monteverde que apareció medio muerto y también hay ahí dos culturas, como él quería ser del siglo 17 y la otra muchacha moderna, que no compiten las dos culturas, quisieron hacerlo, pero no pudieron, dos culturas en oposición.  Esas cosas son las que uno piensa cuando se va la mente a divagar.

Vivencias desde esta orilla: Cuentos de costumbres, historias de vivencias con mezclas de realidad y fantasías

La autora, además del trabajo literario en poesías, es escritora de cuentos con una narrativa descriptiva y creativa, abordando hechos fantasiosos, historias con personajes pintorescos y muy propios de nuestro medio, relatos de tristezas y cuentos de historias de lucha y dramas de vida.  Estos cuentos han sido compilados en su libro Vivencias desde esta orilla, publicado en el año 2011.  Bertha Mendoza aborda en esta obra una serie de pensamientos con mezclas de recuerdos de vivencias en las campiñas de su tierra, de las playas de su región, de la vida en el extranjero, y otros pensamientos que viajan a lugares remotos de su imaginación envuelta en magia.

Construye su libro, compilando los cuentos en tres grupos: El primero lo denomina Con sabor a río desbordado y a mango maduro, el segundo bloque de cuentos Con olor a mar y a sirenas, y el tercer grupo de relatos se denomina Semillas de brisas lejanas.  El primer segmento de cuentos aborda tres relatos enmarcados en los paisajes de las campiñas manabitas, son relatos con un marco bucólico y tienen como génesis de su creación vivencias muy propias de la autora, que se denomina a sí misma como nacida en el campo.  Aquí hay reminiscencias familiares de la autora.  Construye sus relatos con una mezcla de realidades vividas y fantasías propias para la creación del cuento, como el señalar que el Conde Mendoza con su esposa Angelita procrearon cien hijos (Mendoza, Vivencias desde esta orilla, 2011, pág. 27). El segundo segmento de cuentos está situado en el plano de la región costera, lugar donde la autora viviría buena parte de su vida.  En este segmento relata cuatro cuentos, unos con toques de humor como la historia del Poeta Laureado, un bardo loco (págs. 41-43), hay una historia romántica de una chola y un cholo pescador denominado: Petra (págs. 55-57), y en un relato describe el matrimonio de la diosa Umiña con un mortal (pág. 52).  El tercer segmento de narraciones de libro aborda seis cuentos con mezclas de historias vividas de emigrantes al país del norte contando desdichas, escenas duras, otras de finales inciertos y otras con finales felices.  En uno de estos relatos la autora desarrolla una obra de ficción con tinte policiaco, describe robots, detectives y hace de la historia una metáfora de las frustraciones que producen el intento de depender de la tecnología en el mundo del hombre contemporáneo. (págs. 85-96).  

En la narración usa un lenguaje accesible para el lector, no abusa de palabras rebuscadas o cultismos para su relato, como sí los encontramos en sus poesías.  En varias narraciones realiza descripciones de sus ideas con la imagen de símbolos y metáforas. La autora forma en la mente del lector, haciendo uso del recurso de la prosopografía y la etopeya, los retratos morfológicos y morales de sus personajes, usando muchas veces una prosa poética en estas descripciones. En los cuentos los temas son abordados con brevedad, pocos personajes, diálogos concretos, descripciones intensas.  Sus cuentos pueden considerarse como populares, incluyendo leyendas y mitos, y como literarios por abordar temas románticos, humorista, reminiscencias y de ciencia ficción.

El libro Vivencias desde esta orilla es la creación literaria de una mujer migrante, ciudadana del mundo que narra desde esta orilla del continente sus múltiples formas de percibir ese mundo que ella conoce desde otras orillas, contando costumbres de raíces de sus tiempos de antaño, contando hechos contemporáneos de expatriados que luchan por salir adelante y contándonos también cuentos fantasiosos con velos mitológicos y de ciencia ficción.  


DISCUSIÓN 

¿Qué le da a una obra las características de literaria? ¿Por qué este conjunto de cuentos, no es solo un cuerpo de relatos impresos en un libro, solamente y esto no implica que sea obra literaria?

La respuesta parte de algunas variables.  La autora conoce de las letras, las estudió en instrucción superior en los Estados Unidos de Norteamérica, con el grado de Magister en Literatura Hispanoamericana.  Pero esto no es suficiente para asignarle a una obra su carácter literario.  Es necesario reconocer que lenguaje utiliza, si se aparta del lenguaje llano y automático para comunicar sus ideas, usando un lenguaje construido, elaborado y extendido para usar formas que comuniquen mensajes visibles y más allá de los visibles.

La obra narrativa de Bertha Mendoza es escrita con prosa poética, en la autora hay una vertiente poética muy fuerte (la mayoría de sus publicaciones son poesías).  Comunica sentimientos en sus escritos y es capaza de conmover al lector. La obra también tiene tientes de humor y los diálogos realizados en varias lecturas tienen la capacidad de trasladar al lector al plano inmediato donde están sucediendo los hechos.

La obra Vivencias desde esta orilla, es una obra literaria abierta a la crítica y al análisis, digna de ser relatada, contada, e inclusive dramatizada.  


sábado, 23 de enero de 2016

Análisis LA LINARES (1975) del escritor quiteño Iván Égüez (Quito, 1944)


Construcción del mito de la mujer fatal en La Linares

El escritor construye el mito de la “mujer fatal” alrededor del personaje central de la novela, María Linares, usando como recurso la enunciación. Empieza narrándole al lector, al principio de la novela, un primer comentario de alguien que le hablaba a ella sobre su fama de mujer fatal, y al final de la novela se notaría que ese alguien sería un “enfermero” o “doctor” que le hablaba cuando la recibe inconsciente en el hospital luego de su intento de suicidio.  Éste se refiera a ella así:

“En los comentarios a través de los años la gente le ha puesto un sombrero de mujer fatal (de esos con velo y mosquitos hasta la mitad de la cara seguramente)” (Égüez, 2010, pág. 29)

 Y el novelista luego va construyendo a lo largo del relato el mito de “mujer fatal” a la Linares cuando continúa narrando el hecho de la visita de su madre, con la niña en brazos, a un brujo en la costa.  Éste predijo de la niña María Linares lo siguiente:  

“...todo aquel que se acerque tendrá muerte trágica o sufrirá padecimientos.” (pág. 55)

 El recurso de enunciar hechos para ir construyendo el mito de mujer fatal a la Linares, se pone en manifiesto más adelante al lector, cuando éste se encuentra en la lectura con historias de la vida de varios hombres que estuvieron relacionados con ella, como el de un ahorcado en el Ejido que tenía el día de su muerte en su mano una foto de la Linares.  O con la historia del Coronel que se suicidó en el baño de la casa de ella, o del pagador que desfalcó y está preso en el Penal, la de un poeta muerto bajo su balcón, entre otras historias de fatalidades que se suscitan en la obra.  Todas estas historias se construyen alrededor de hombres relacionados con la Linares y luego la novela le descubre al lector las historias verdaderas alrededor de la fatalidad de esas vidas: La foto de María en mano del ahorcado fue un montaje de un hombre que quería difamarla; el Coronel que se suicida lo hace por la culpa del daño inmenso e irreparable que le causó a su hijito; el hombre que desfalcó no lo hizo para llevarle el dinero a la Linares sino por otros motivos ajenos a ella.  

El relato crea a vistas del lector un mito inicial y luego la misma obra desenreda los hechos y la desmitifica de la fatalidad.

 

La Linares, una novela barroca

Muchos críticos y estudiosos de la literatura ecuatoriana, como Miguel Donoso, Manuel Corrales Pascual entre otros coinciden en encontrar en el estilo literario de la obra La Linares, como una novela barroca y algunos sugieren un neobarroco. (Dávila, 2010)

El Barroco lo define la DRAE como “Excesivamente recargado de adornos”; y en el campo del arte plástico y de arquitectura el Barroco se manifestó en Europa en el siglo XVII como:

El abandono de la idea renacentista del arte como representación e imitación de la realidad en un riguroso sistema de relaciones proporcionales y armónicas, y la afirmación, al mismo tiempo, de una nueva relación de naturaleza emocional con el espectador, en que el artista intenta sobre todo conmover y persuadir mediante los recursos de la imaginación que parece no conocer límites, la elocuencia, la extrema agudeza realista y sensorial de las imágenes y los más complicados y espectaculares efectos escenográficos, la interacción de todas las artes, la nueva concepción del espacio, de la naturaleza y de la renovada relación entre ésta y el hombre. (Rodrígez Compare)

Manuel Corrales (2010) señala al espíritu de escritura barroco  como la angustia por llenar lo vacío y llenarlo con todo lo que pueda simbolizar trascendencia.  El barroco ha sido comprendido como “La necesidad de acudir a lo maravilloso como frecuente término de referencia y el descriptivismo como obligación primera” (Sénz de Medrano, 2014)

La obra de Égüez en la Linares expresa de manera copiosa manifestaciones literarias barrocas al describir situaciones, cosas, hechos, sitios, empujando a un realismo maravilloso su texto.  Por ejemplo, cuando describe el balcón de la casa de María Linares preparado en las vísperas del Corpus:

El balcón había sido arreglado con el acostumbrado esmero, cubierto con edredones de seda, colchas de terciopelo, lazos de papel crepé, cadenas en papel de estraza, floreros de bronce, faroles, lámparas votivas de cristal verde celadón y candelabros de plata con el llamón protegido por cascarones de vidrio espumado que, contra pared, alumbraban a los cuadros de San Buenaventura, La Dolorosa, La Reyna de los Ángeles, San Cipriano y el Pastor de los Desamparados, constituyendo el todo un portentoso y entrehecho retablo. (Égüez, 2010, pág. 86)

Nos relata el autor el huerto de la casa de María, que existiendo en un plano real, lo expresa de forma mágica con un lenguaje que parece que no conoce límites y con imágenes muy sensoriales:

En la huerta se cultivaban las más variadas hierbas y plantas medicinales, muchas que fueron obsequiadas desde lejanas tierras, prendiendo con fortuna hasta las más difíciles y celosas gracias a la mano prodigiosa de La Linares. Plantadas al tresbolillo, ahí se daban la legendaria mandrágora, el sagrado muérdago, el hechizador chamico, el narcotizante y nauseabundo beleño, la doradilla para hacer orinar, el depurativo marrubio, el ruibarbo para purgar, la borraja para sudar, la nuez vómica, la asa fétida, la antiespasmódica ipecacuana, el carminativo eneldo para el flato, el perfumado heliotropo, el venenoso rejalgar, el bedegambre para curar estornudos y la árnica para hacer estornudar, la menta que impotenciaba y la guayuza que encendía y fertilizaba, el toronjil y la valeriana para los nervios, el caballo chupa para las escaldaduras, el cedrón para antes de rezar, la manzanilla para el estómago, la mejorana para amedrentar las recalenturas, el matico para curarse en salud, el azándar, el servato, la saragatona, la yerba buena, la yerba luisa, la yerba impía, la yerba mora, la yerba de las coyunturas, la lengua de vaca, la atzera, el helenio, la celedonia, el esquenanto, el llantén, la verbena, la altamisa, el hinojo, el canónigo, el orégano, el corazoncillo, el mastranzo, el poleo, el cólquico, la salvia, el anís del país, y el anís estrellado. (págs. 88, 89)

Éguez usa el relato fantástico como su expresión más barroca y lo envuelve enumerando al detalle accesorios, llenando el texto de mil y más imágenes en la mente del lector.

…otros aseguraban que el modisto que cosía para usted era un ruso blanco que después de hacer ahorcar a todos sus sirvientes logró escapar con la ayuda de Dios hasta América en un baúl lleno de joyas e iconos medioevales, que el ruso zarista se enamoró tanto de usted que le prometió gastar todo el dinero en las más suaves sedas y en los más finos tafetanes para diseñarle él mismo sus vestidos, que él traía para usted el encaje de bolillo de Brujas, el gro de Tours, la muselina más almocárabe, el bocací más entrefino, el paño y el alepín más abatanados y enfurtidos, la randa con orifrés, el esterlín sin orillo, la greca en azimut, las guirnaldas palominas, los entredoses volanderos, los aterciopelados festones y los besantes con perlas. (pág. 32)

 O como cuando enumera las cosas y accesorios que la gente quería salvar sus pertenencias cuando escuchó la alocución radial adaptada de la Guerra de los mundos de H.C. Wells:

La ciudad había perdido sus proporciones. Ya no cabía tanta gente en las calles. Hasta los perezosos y los petacas habían hecho varios viajes hacia el sur llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: los portarretratos, las cartas, las estampas, el calzador, las medallas, los corozos, las chinas, los carey, las polveras, el antifaz, la chispa, la petaca, los penecas, el sonajero y el chinesco, la matraca y la guaraca, el samovar y el escalfador, el sacacorchos y el tapapicos, el reclinatorio y la mecedora, la poltrona y el armario de lunas con espejo de cristal de roca y orillas biseladas, la bacinica, los gemelos, el organillo, la perla suelta, la cadena con mayólica, los colgantes en filigrana, las chinelas, babuchas, folgos y chapines, los huevos de pascua, los pedazos de cuarzo envueltos en papel de seda, el olor de clavo de olor sostenido en un algo de algodón, el embudo miniatura, el apagador de velas, el calidoscopio, la ocarina, los zancos, las garrafas, la damajuana, el pondo, el tiesto, el zurrón de puntas.  Igual que en las tumbas de los siglos y los siglos. Una señora mandaba a pedir de urgencia que preste el llavero la señora Quimí para ver si alguna calza en mi alacena. Otra avanzaba portando en la cabeza a manera de gran refugio un enorme tablero de ajedrez en el un lado, camuflado por el señor de la Santa Faz en el otro. (págs. 41,42)

 Y también el autor describe de forma barroca cuando relata que el Gran Difamador era buscado para ser padrino:

Comenzaron a hacerlo padrino de todo lo imaginable; del pelo de la novicia, de la inauguración del alcantarillado, de las presidas del Prefecto, de la Primera Patada del Partido, de la primera menstruación de la niña en sociedad, de la vaca lechera tolón-tolón, del perro campeón, del pubis afeitado de la socia más antigua del club, del canario australiano, del Decano del Cuerpo Diplomático, de la donación de carros policiales, de la fiesta del capulí, del choclo y de la yuca, de la flamante dentadura del ministro, de la promoción de Estudiantes Altos, de la Reina del Suburbio, del manto de la Virgen Patrona de las Fuerzas Armadas, de las orejas y rabo del quinto toro, de las bodas de plata, de las bodas de oro, de las bodas de cacao, de las bodas de diamante, de las bodas del café, del banano o del petróleo en la Iglesia de la Paz o en Santa Tere. (pág. 96)

 La obra tiene un lenguaje vibrante, poderosamente descriptivo lleno de fantasía e imaginación de lo real posible.    El autor con los accesorios con los que construye la idea en la mente del lector, torna al relato una fantasía posible que raya en lo imposible de ser.  Son estas las razones que han enmarcado a La Linares de Iván Égüez como un ícono innegable nel neo-barroco de las letras ecuatorianas en el siglo XX

 

Tipo de lenguaje, recursos y figuras literarias en la obra

La novela es escrita en prosa, se encuentra en algunas partes una prosa poética “He pensado que murmurar de usted era también una forma de poseerla, de querer ser usted, aunque a veces los ríos subterráneos de las habladurías son imprevisibles y se desaguan por donde uno menos lo piensa (pág. 30), con una narración neo-costumbrista donde matices de modismos muy ecuatorianos aparecen como pinceladas, por ejemplo: “Tomaba sin parar y cuando en alguna farra se acababa el trago les obligaba hacer vaca para ir a comprar más” (Égüez, 2010, pág. 111), y abunda en coloquialismos de mucha usanza en Ecuador como: “Vos siempre tuviste debilidad por los milicos” (pág. 61).  Su estilo literario general corresponde al barroco, al neo-barroco por la riqueza de las expresiones dadas y con un lenguaje de realismo maravilloso.  Esta forma de escribir personaliza a la obra y la robustece.  El autor tiene una intención consciente de manipular su mensaje su expresión de esta manera, para transmitir una significación a la obra.

 Las figuras literarias que usa el autor son variadas a lo largo de la obra.

Figuras lógicas:

 1.      Hipérbole: “…llenó hasta la bandera el patio de Palacio con notas y cartas de condolencia” (Égüez, 2010, pág. 74) En este texto es necesario exagerar que se recibieron una buena cantidad de cartas y notas de condolencias de todas partes del mundo debido al terremoto de las Flores que aconteció.

 2.      Antítesis: “Siempre hubo personas que me amaban en secreto y me difamaban en público” (págs. 108, 109). El autor contrapone dos ideas para enfatizar sobre las emociones encontradas que desataba La Linares.

 3.      Paradoja: “decía sin decir” (pág. 40).  Usa la paradoja el narrador para mostrar una contradicción y darle significación al mensaje de lo taimado que resultaba el Gran Difamador.

 4.      Prosopopeya: “Girando sobre sí mismo se puso a roncar” (pág. 73).  Le da este atributo de los seres animados a un “zapallo”.  La novela usa este recurso para dar a entender el fenómeno que estaba provocando el Terremoto de las Flores”

 Figuras de repetición:

 1.      Retruécano: “…estos seres interplanetarios, ya sean lunáticos, marcianos o marcianos lunáticos, o lo que sean” (pág. 40).  El narrador repite las mismas palabras con un orden y sentido diverso, de manera graciosa y hábil para generar humor en el relato.

 2.      Reiteración:  

“…los Hijos de Jehová, los Hijos de El Salvador, los Hijos del Señor, los Hijos de Cristo Rey, los Hijos de Dios General de los Ejércitos, los Hijos de las Siete Plazas, los Hijos de las Siete Leches, los Hijos de la Gran Flauta y los Hijos de la Gran Puta”. (pág. 83).  En esta reiteración repite el término “Hijos” con mayúscula para denotar los matices religiosos presentados distintos pero que suenan como una sola idea en el fondo y al final los desacredita colocándolos al nivel de los “Hijos de la Gran Puta”

 Figuras pintorescas:

1.      El paisaje: El autor usa esta figura literaria para introducir al lector a un espacio, a conocer la casa de la Linares y su entorno.  El lector es llevado de la mano a recrear en su mente el ambiente donde se desenvolvía María Linares, así lo introduce más en la historia de la protagonista y de su vida:

 “La casa que fue de La Linares tiene techo de musgosa teja y gruesas paredes de barro, de ese apretado con guano seco y sangre de toro. Mas las gentes dicen que tal argamasa fue apresurada con empenta de otra laya; que son entierros, huacas y empotrados los que sostienen a esos paredones y, al paso advierten, que corre maldición para quien los desapresure o despeñe.

La casa forma esquina en esa plaza redonda que iniciaba el camino a La Chorrera y por el cual, desde hace muchos años antes que naciera la Linares, subían y bajaban las muías aguaderas cargadas con zunchos, pondos y barriles; a veces también bajaban con trozones de hielo envueltos en saquillos rumbo a las tiendas donde se preparaban el salpicón y las pajaritas de coloreado granizo.

El frente principal no da a la plaza sino a la calle que sube a desembocar con ella.  Mide unos treinta metros de largo y no es más que una gran pared, alta y blanca como un talud de yeso interrumpida por solo el repujado portón añil que la distingue y rematada a todo correr por una balaustrada de gordas canillas pintadas también al albayalde.

A la plaza da en cambio un frontis cóncavo de seis o siete metros con una puerta de segunda que, abierta de día, permitía a Joaquín Villamil Cabamba tomar sol en su asiento de esterilla. La puerta está flanqueada a flor de barba por un ventanuco que forma arco de todo punto y por un descomunal acanto que sostiene el balcón de barrigosa urdimbre, donde se arreglaban altares para el paso del Señor en la procesión de Corpus” (págs. 85, 86).

 2.      La prosopografía:  es una figura usada por el escritor en su novela, usado por la necesidad de describir físicamente al personaje, para asignarle a él ciertas características únicas que lo distinguen y que se hacen necesario saberlas por el lector para entender su desempeño en la trama de la narración:

 El Gran Difamador era bajito, andaba con maleta y parker al bolsillo. Dios le había puesto la boca un poco a un lado, como al socaire.[...] Tenía la voz apagada pero encendido el parloteo, le hervían como en locro las palabras, por eso quizá las sacaba arrastradas entre silbos y soplidos.[...]  Cuando se sentaba lo hacía al filo de la silla y a medio despatarrarse como violinista concertino. Usaba sombrero arriscado, pantalones ajustados y sacos culingos. [...] Se polveaba casi siempre las mejillas, decía que era viudo y tenía los ojos manchados por la ictericia (pág. 49).  

 3.      El retrato:  en esta figura, el narrador describe cualidades físicas y morales del personaje, las combina para dibujarle al lector y graficarle con más certeza cómo quiere el autor conciba a la persona descrita en la narración:

Tenían presente la magnanimidad del Presi con aquel político que le combatía con una revista de doscientos ejemplares y que al Presi le parecía ocurrida al punto de estar dispuesto a financiarla.

La Linares que lo conocía desde hace muchos años decía que el Presi solamente la facha tenía de tonto.

El Presi era buena persona, grandote e inofensivo como una palanqueta totémica, rubicundo, narizón hasta la simpatía, bonachón hasta el anonimato, merlino, ojos de azul bobo como decía la gente. Era en materia de discursos un nuevo estilo, no movía las manos ni gesticulaba al hablar, no cambiaba el tono ni el volumen, no usaba palabras raras como tránsfugas, rastacueros, ratoniles, mostrencos, mequetrefes. “Habla como evangelista” decían al principio, pero los editoriales de El Mercantil comenzaron a machacar que ahora el paisito ha superado las arengas fogosas vacías de contenido. Desde entonces al Presi le decían que es un Presi Práctico.

- En eso sí se parece a los gringos, no se anda con vainas, decía el Cuete.

- Por algo la Columbian le dio el título de Doctor Menoris Causa, decía chanceando La Linares.

El Presi era gran gente, un verdadero demócrata decía El Mercantil.  No le importaba codearse con los cholos, era deportista, chullero, le gustaba bailar aires típicos, sanjuanitos cachullapis, incluso en la plaza a veces. Tenía la soltura y desfachatez del patrón gringo y la sal y chabacanería del mayordomo pícaro. Era una mezcla de chicle y tripa mishqui, de chicha y coca-cola. El en persona iba a franquear las cartas al Correo o a ordeñar las Holstein, era diestro para el sapo, se hacía retratar en short jugando fútbol en la plaza y se sentaba en cualquier localidad en la Plaza de Toros. (págs. 81, 82).

 Figuras de lenguaje tropológico:

 1.      La sinécdoque: Es una figura literaria muy utilizada por el autor, para darle un pincelazo descriptivo y característica al hecho que desea narrar en el texto: “se firmó el Tratado Militar de Pestilencia Recíproca con las águilas del norte.” (pág. 83).   Usa “águilas del norte” por referirse a los Estados Unidos de América.  “Ya no gustaba gastar tanta saliva para lograr sus objetivos” (pág. 100). Usa “gastar tanta saliva” por decir “decir o hablar bastante”.  

 2.      La antonomasia es usada por el autor en el contexto muy dirigido para el lector ecuatoriano: “También pasé la Gloriosa y vi entrar al Ausente por las calles de Quito rodeado de miles de gentes” (pág. 105).  La Gloriosa se refiere a la rebelión del 28 de mayo de 1944 que fue un levantamiento popular de Ecuador; el Ausente es la mención del presidente Velasco Ibarra.  

 3.      La metonimia la usa Égüez en la obra para ponerle humor y gracia al relato: “Todo esto, más la rubicundez hierática bajo el sombrero alón de recoger mangos, aseguraba el más gracioso espectáculo.” (pág. 105), por todo esto, más su color de piel blanco rojizo propio de los curas bajo un sobrero de ala grande.  “Un imperceptible movimiento de sus cejas para arriba, de sus orejas para atrás, de su pulgar para abajo y eran movilizadas sus pandillas de monos, orangutanes, mandriles, titíes, macacos, rangers, gibones, platirrinos, araguatos, abazones, soimiríes, chimpancés, pentágonis, gorilas” (pág. 105) por eran movilizados su guardia armada y fuerza de choque organizada.

 4.      El simil es usado de forma permanente en el texto, pues el autor desea siempre comparar una cosa real con algo imaginario para producir un efecto esperado en el lector y que la idea descrita quede mejor plasmada: “Dios le había puesto la boca un poco a un lado, como al socaire” (pág. 49).  “Don Alsino era negro y un poco chorreado como manga de fotógrafo. [...] En el piso como iguanas aplastadas, las hojas de plátano separaban al curador de la cliente” (pág. 55).  “Caminaste como fantasma sin que te importen los gritos” (pág. 57).  “Llegó cojeando, jalando el poncho estanciero, arrastrándolo como si se tratara de un viejo jamelgo o un pinto remolón.” (pág. 64).  “cabeceando como toro herido bajo el raro impulso de su forma de huevo grande, de ovo apocalíptico.” (pág. 73).    

 5.      La metáfora es otro recurso fuerte del autor, pues lo obra es rica en expresiones metafóricas para llegar a construir con el lenguaje propio el realismo maravilloso y mágico en la historia: “Yo soy la Linares piedra de toque en la ciudad” decía de sí mismo María Linares identificándose a sí misma como trascendente en su medio. “Me he de comer esa tuna aunque me espine las manos” (pág. 99) decía el Gran Difamador para referir sus deseo hacia la afamada como peligrosa, la joven Linares. Decía María Linares “solita supiste capear el temporal” (pág. 57) refiriéndose a su hermana Marieta que logró sobrevivir a una tragedia.

6.      La alegoría también tiene sitio en la narración de la La Linares:  

 El Mono decía que la vendeta no era por los reclamos que hacía en la Gerencia o en la Proveduría a la Empresa, sino por haber salido en defensa de las mulas ciegas: todo el pedernal que barrenaban los zapadores era movilizado dentro de las mismas por mulas que jamás salieron a mirar el sol: nacían en la obscuridad, cargaban en la obscuridad y morían en la obscuridad. Esto le parecía espantoso a nuestro padre y un día organizó la gran marcha a fin de que vean la luz. (pág. 58)

 Es texto está enmarcado en la gran tragedia que se dio en la matanza por parte de las fuerzas represivas del Gobierno el15 de noviembre de 1922 a los trabajadores que salieron a protestar por mejores salarios y la disminución de las horas de trabajo.  Égüez usa al abuelo de la Linares “el Mono” para atribuirle que la intención real de la clase obrera era dejar de ser una clase “mulas ciegas” que siempre han permanecido como una clase en obscuridad, sin acceso a la luz de la educación y al progreso, sólo viviendo para trabajar y trabajando para sobrevivir, permaneciendo en un mundo y una vida de oscuridad

 7.      La imagen es también una figura utilizada por el narrador usando las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, dándole una forma sensible a ideas abstractas para visualizar de mejor manera el fenómeno:

 Incluso las cofrades me caían bien, con sus ojillos tan astutos, sus lenguas de tornillo, sus mantas ceñidas con alfileres grandes de cabeza negra, sus pasitos escaldados, sus cuerpos de signos de interrogación preguntando cosas por sí solos. Parecen cacatúas con patines o garruchas en los pies. Me rechazaban y me admiraban a la vez. Me escudriñaban de principio a fin sin disimulo, con ese ojo fotográfico femenino que mientras más viejo, es más instantáneo y severo. (pág. 108)

 8.      La adjetivación es otro uso habitual en el realato y lo usa el autor para darle un rasgo estilístico buscando una representación innovadora al término a fin dea darle mayor sentido a la frase: “al momento de expulsarlo de la estancia solariega” (pág. 63), “rubicundez hierática” (pág. 105), “ñoña infinita” (pág. 123), “muerte forzada” (pág. 129)

 Figuras de dicción:

 1.      Aliteración: “en las más suaves sedas y el en los más finos tafetanes” (pág. 32). El uso de la sibilante s crea una sensación de tersura.

 2.      Onomatopeya: “rozar de rasos, erizar de rizos, riscar de rosarios” la repetición de la r vibrante da sonido a la frase de rozar algo.

 3.      Enumeración: Las enumeraciones son amplias debido a la necesidad de ampliar espacios en el texto y rellenarlo para construir el relato fantástico que permita al lector entender la idea principal del texto narrado. Por ejemplo, cuando se describe que Don Ernesto, padre de la Linares, era chulquero y que sus actividades de prestamista eran muy amplias lo describe enumerando a todos a quienes les prestaba dinero y hasta se podía haber quedado con sus bienes.  El relato lo describe así:

 Con los únicos sucres que tenía en su talega inició su carrera de prestamista. De calé en calé, de medio en medio, de real en real, de interés sobre interés llegó a ser dueño del andén, dueño del cargador y de sus hernias, del brequero y de sus guantes, del maquinista y de su humo, del jefe de estación y su pizarra, del jefe de patio y de su sueño, del telegrafista y su temblor, dueño del bodeguero y sus cuentas alegres, del señor de la ventanilla y de su cárcel, del fogonero y de su infierno, del controlador y de su gorra, del raso de vía y sus señales, de la fiambrera y de sus viandas, de la cartuchera y sus platos desechables de hoja de lechuga, dueño de la caldebache y sus caldos humeantes en fondos floreados, de las fritangueras y de sus pailas, de la fresquera y sus dos baldes, de la canelera y su país del oro y la miseria, de la huevera y sus proclamas picaras, de la espumillera y sus ilusiones de célibe, de la frutera y sus mejillas, dueño del dulcero y sus alfajores y buñuelos y yemitas, del celador y de su pito, del escapero y sus pies de Mercurio, del pesquisa y su recompensa, del soldado y la guaricha, del corocero y sus figurillas, del mercachifle y sus yardas de palo, del caramanchelero y sus chucherías, del timador y sus bolitas, del suertero y su papagayo, del charlatán y sus culebras, del embaucador y sus pomadas, del rufián y sus pelanduzcas, de la Loca y de su hija, de la gitana y de sus ojos, de los posilleros y de sus camas, del voceador y de su escándalo, del fondero y sus calderones. del tendero y sus balanzas, del vecino y del de al lado, dueño del cachivachero. (págs. 64, 65)

 Y cuando describe que Don Ernesto era dueño del cachivachero, también enumera los artículos de este último: “…y sus peinillas tijeras cuchillos navajas espejos botones trompos perinolas baleros yo-yos canicas calcetines almanaques alfeñiques animalillos anillos zarcillos debajeros zarazas rosarios escapularios mantas cintas imperdibles invisibles imposibles.” (pág. 66)

             4.      La elipsis la usa el autor omitiendo deliberadamente palabras, para darle sentido por los modismos a la frase: “pesar de que alguien dijo que mi madre se dedicó a la vida en Guayaquil cuando yo tenía uno o dos años” (pág. 103), aquí se refiere a se dedicó a la vida alegre, a la prostitución. “Una inquilina confesó que cada tarde robaba miel para untarse en las partes y hacerse lamer del perro que dormía con ella.” (pág. 46), se refiere a untarse miel en las partes íntimas de la mujer, el uso sólo de partes es también una forma de eufemismo para que la frase no suene muy sicalíptica.

 5.      El pleonasmo lo usa el narrador aumentando palabras para enfatizar y darle vigor a la expresión: “Cayó exactamente como un zapallo, rebotó con rebotes secos” (pág. 103).

 6.      La ruptura de sistemas es también un recurso utilizado en la narración, describiendo hechos que se salen de esquemas lógicos para lograr mayor expresividad en el texto:

“Por la ventana del tercer piso salieron un piano, un asiento de tornillo y un pianista de espalda erecta que siguió tecleando en el aire sin saber qué es lo que pasaba.” (pág. 44).

“llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: [...] el olor de clavo de olor sostenido en un algo de algodón” (pág. 41).

7.      La sinestesia es usada en el relato para producir efectos estéticos y de sensaciones.  Usa la conocida frase del pasillo Sombras, “me envolverán las sombras” (pág. 127). representa una sinestesia combinando los sentidos del tacto con lo visual.  

 

La Linares, una sátira de la sociedad y, sobre todo, del poder establecido de ese tiempo (siglo XX, 1920-1950)

Iván Égüez de manera certera dibuja y caricaturiza a nuestra sociedad ecuatoriana a mediados del siglo anterior, hace referencias claras al escenario político y social del Ecuador en los años 1920 al 1950. Crea a una damisela, María Linares, con su tragicómica vida en el contexto de hechos históricos del Ecuador. Los abuelos de la Linares mueren en el suceso de la matanza a los obreros el 15 de noviembre de 1922, sitúa al abuelo materno denominado “el Mono” en el epicentro del alzamiento así y que su motivación era el rescate de unas “mulas ciegas”:

En Quito se decía que supiste sobreponerte a la tragedia que nuestro padre el Mono mismo ha de haber buscado, porque se había hecho medio bolche, que meses antes a la masacre ya se había quedado sin el empleo que tenía en los talleres ferroviarios de Durán por pedir con paro el aumento de salarios y disminución de las horas de trabajo; [...]  El Mono decía que la vendeta no era por los reclamos que hacía en la Gerencia o en la Proveeduría a la Empresa, sino por haber salido en defensa de las mulas ciegas: todo el pedernal que barrenaban los zapadores era movilizado dentro de las mismas por mulas que jamás salieron a mirar el sol: nacían en la obscuridad, cargaban en la obscuridad y morían en la obscuridad. Esto le parecía espantoso a nuestro padre y un día organizó la gran marcha a fin de que vean la luz. (Égüez, 2010, pág. 58)

 El autor se burla de la sociedad capitalina y hace un relato, como un cuento inventado, un hecho que históricamente sucedió en febrero de 1949 cuando Radio Quito, emulando a Orson Welles, transmitió la novela de Guerra de los Mundos de manera realista simulando una noticia de último momento, una invasión marciana en Quito.  Égüez se burla en la novela del imaginario colectivo, de la reacción de la gente, relatando así:

La ciudad había perdido sus proporciones. Ya no cabía tanta gente en las calles. Hasta los perezosos y los petacas habían hecho varios viajes hacia el sur llevando las cosas más queridas para morir junto a ellas: los portarretratos, las cartas, las estampas, el calzador, las medallas, los corozos, las chinas, los carey, las polveras, [...] el antifaz, la chispa, la petaca, los penecas, el sonajero y el chinesco, la matraca y la guara- ca, el samovar y el escalfador, el sacacorchos y el tapapicos, el reclinatorio y la mecedora [...] (págs. 41, 42).

 Cuando la gente se da cuenta que fue un engaño la noticia, el novelista relata con humor negro y sarcasmo la reacción:

Cuando trataron de explicar que era una broma, una adaptación criolla a la obra de Wells, todo fue muy tarde. Lo primero que hicieron fue desnudarse y empapar sus ropas con gasolina para avivar con ellas las llamas que ya lamían el edificio.  Por la ventana del tercer piso salieron un piano, un asiento de tornillo y un pianista de espalda erecta que siguió tecleando en el aire sin saber qué es lo que pasaba. Entre los incendiarios se hallaban en primera fila los huérfanos de último minuto, los que habían confesado y pedido perdón a gritos, los que se habían abrazado con sus enemigos, los cortados el sueño de gana, los que se quedaron con las esposas pasmadas, piponas y sin poder moverse, el duende con sus ojos del porte de la plaza y del tamaño del espanto, los que habían llevado acuerdos mortuorios al periódico y habían sido rechazados porque les faltaban uno o dos sucres, en fin los que habían sido maltratados alguna vez en los editoriales de El Mercantil repetidos en la radio. (págs. 43, 44).

 El edificio que se quemó en llamas era el de El Comercio, donde funcionaba el periódico del mismo nombre y la radio Quito.  En la vida real este suceso provocó muertes.  Égüez en la obra llama El Mercantil al periódico El Comercio, y le endilga todos los vicios que la prensa corrupta tenía en aquella época.

 El terremoto de la Flores contado en la novela sucedió por esa época.  El 5 de agosto de 1949 el terremoto en la tierra de las flores y las frutas, Ambato, sepultó una buena parte de la región en el Tungurahua, contándose alrededor de ocho mil muertos y decenas de miles de viviendas damnificadas. La solidaridad mundial se hizo manifiesta con todo tipo de ayudas que llegaron al país. Égüez lo cuenta así:

[...]rellenó las bodegas presidenciales, los corredores, el gran pasillo, el altillo, las buhardas, el palomar, el torreón de guardia, los calabozos, los cuartos falsos, el túnel al convento, la salida a la quebrada, el pasadizo al cuartel, la fosa, la capilla, las catacumbas, el salón amarillo, el salón azul, el salón rojo, las salas de espera, las salas de desespera, las salas de recibo, las salas de audiencia,  las salas confidenciales, la alcoba pública, la alcoba de secretarias, la alcoba íntima, el comedor de los esbirros, el salón de credenciales, el muladar de los pesquisas, el salón de los espejos, la galería de presidentes, el cagadero de edecanes y el estercolero de los ahijados. Lo mismo hizo con las casas de hacienda de las Haciendas Presidenciales, las abarrotó con enormes fardos que venían zunchados desde las cuatro puntas del planeta hasta este país sentado en el ombligo del mundo y en el cual según los termómetros de la paciencia no pasa nada a más de la línea equinoccial. (págs. 74, 75).

 La novela La Linares presenta a un Presidente de la República, denominándolo como “el Presi”, que dado los tiempos y varias características descritas en la obra, alude al Presidente de la época, a Galo Plaza Lasso.  Lo presenta como la manifestación de lo oprobioso de la clase política ecuatoriana, entreguista e interesada en proteger los intereses de su clase y grupos vinculados con el poder.  Entre las muchas partes nombradas al presidente, podemos recoger esta:

 El Presi era buena persona, grandote e inofensivo como una palanqueta totémica, rubicundo, narizón hasta la simpatía, bonachón hasta el anonimato, merlino, ojos de azul bobo como decía la gente. Era en materia de discursos un nuevo estilo, no movía las manos ni gesticulaba al hablar, no cambiaba el tono ni el volumen, no usaba palabras raras como tránsfugas, rastacueros, ratoniles, mostrencos, mequetrefes. “Habla como evangelista” decían al principio, pero los editoriales de El Mercantil comenzaron a machacar que ahora el paisito ha superado las arengas fogosas vacías de contenido. Desde entonces al Presi le decían que es un Presi Práctico.

- En eso sí se parece a los gringos, no se anda con vainas, decía el Cuete.

- Por algo la Columbian le dio el título de Doctor Menoris Causa, decía chanceando La Linares.

El presi era un gran gente, un verdadero demócrata según El Mercantil.  No le importaba codearse con los cholos, era deportista, chullero, le gustaba bailar aires típicos, sanjuanitos, cachullapis, incluso en la plaza a veces. Tenía la soltura y desfachatez del patrón gringo y la sal y chabacanería del mayordomo pícaro. Era una mezcla de chicle y tripa mishqui, de chicha y coca-cola. El en persona iba a franquear las cartas al Correo o a ordeñar las Holstein, era diestro para el sapo, se hacía retratar en short jugando fútbol en la plaza y se sentaba en cualquier localidad en la Plaza de Toros. (pág. 82).

 Para esa época, el país no había llegado a explotar el petróleo en la Amazonía, se estaban dando las primeras exploraciones por compañías extranjeras norteamericanas el Gobierno de Plaza Lasso no creía en las posibilidades de encontrar crudo en el Oriente y pronunció la famosa frase: “el Oriente es un mito”. En su periodo, Galo Plaza, abrió las puertas a las misiones protestantes.  La novela relata con sarcasmo estos hechos así:

Entre choclos humeantes, cariuchos, llapingachos, timbuschcas, mondongos, cuyes y puerco hornado se firmó el Tratado Militar de Pestilencia Recíproca con las águilas del norte. Después de la firma -le contaba el Cuete a La Linares— un editorialista de El Mercantil le preguntó al Embajador de las águilas sus impresiones, y éste respondió.

—Todo very well, nos hemos servido hasta el último bocado.

Cuando el Presi dijo “nothing, nothing. nada por aquí, nada por acá”, lo dijo seguro de lo que decía, porque la Shell le pasó el informe diciéndole “take it easy boy, en esa selva a más de tzántzicos reductores de cabeza no existe nada, nosotros seguiremos ocupando esas provincias pero con fines evangélicos y antropológicos”. Y vinieron los Institutos Lingüísticos, las Fundaciones, los Programas, los Hijos de Jehová, los Hijos de El Salvador, los Hijos del Señor, los Hijos de Cristo Rey, los Hijos de Dios General de los Ejércitos, los Hijos de las Siete Plazas, los Hijos de las Siete Leches, los Hijos de la Gran Flauta y los Hijos de la Gran Puta (pág. 83).

 La novela La Linares quiere también satirizar el fervor religioso, apuntando los dardos a la Quito colonial con una herencia barroca católica romana riquísima:

El balcón había sido arreglado con el acostumbrado esmero, cubierto con edredones de seda, colchas de terciopelo, lazos de papel crepé, cadenas en papel de estraza, floreros de bronce, faroles, lámparas votivas de cristal verde celadón y candelabros de plata con el llamón protegido por cascarones de vidrio espumado que, contra pared, alumbraban a los cuadros de San Buenaventura, La Dolorosa, La Reyna de los Ángeles, San Cipriano y el Pastor de los Desamparados, constituyendo el todo un portentoso y entrehecho retablo. (pág. 86).

 Y la obra también, como asimilándose a las viejas historias del Padre Almeida, nos presenta a un cura Canónigo, deseoso de tener un encuentro con la Linares “Una tranquila madrugada las cuatro campanadas de la Catedral fueron reemplazadas por discretas piedrecillas que se alzaron como gorriones a picotear el balcón de La Linares: era el Canónigo Moscoso...” (pág. 117).

 Siempre las sociedades conservadoras nos dejan en el imaginario colectivo la idea del grupo de damas de la sociedad, como un grupo que se reúne para fines caritativos pero que no pueden dejar de sucumbir al chisme, el cuento y el enredo.  En la obra, el autor muestra así a este clásico grupo de señoras:

Me invitaban a una reunión de damas caritativas. Esta vez la esquela estaba firmada por el Canónigo y traía el sello cardenalicio. Se iba a realizar en casa de doña Paulina.

Las encontré maternales, perdonavidas.  Estaban noveleras, sin la consciencia exacta de lo que sentían, de lo que eran en ese momento: las madres de la gran puta, casi las madres de la puta madre.  Y el Canónigo Moscoso, parado ahí, arrimado a la puerta con las manos entre las mangas de su sotana, como contando billetes por dentro, santificando la putería. (pág. 116).

 Esta novela, neo-barroca, neo-costumbrista, no convencional, es la manifestación creativa de contarnos, como confesión social, un poco de lo que nuestra sociedad ecuatoriana ha sido, y en muchos términos lo sigue siendo.  Después de 40 años de haber sido presentada esta obra, sigue intacta como un reflejo burlesco, satirizador, cómico, caricaturizador de las entre pieles del alma de nuestra sociedad presente.

 

Bibliografía

Corrales, M. (2010). Costumbrismo, picaresca, barrroco, realismo: la herencia superada. En I. Éguez, La Linares (pág. 145). Quito: Eskeletra.

Dávila, J. (2010). La Linares como novela Neo-Barroca. En I. Égüez, La Linares (pág. 157). Quito: Editorial Eskeletra.

Égüez, I. (2010). La Linares. Quito: Eskeletra.

Rodrígez Compare, P. F. (s.f.). Un punto de encuentro con la historia del arte. Recuperado el 2 de enero de 2015, de http://estudi-arte.blogspot.com/2009/05/el-arte-barroco-concepto.html

Sénz de Medrano, L. (2014). Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Recuperado el 2 de enero de 2015, de http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-limites-del-barroco-literario-hispanoamericano/

Puntos de lectura

“…hay una ciudad que debe seguir teniendo esquinas y sitios para la vida a pie. Lugares con sombra y luz, con ajardinamiento, para quedarse ...