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Fuente: https://ojala.do/cultura/rescate-historico-de-atahualpa |
En un corpulento guabo
un viejo cárabo está
con el lloro de los muertos
llorando en la soledad;
y la tierna tortolilla
en otro árbol más allá,
lamentando tristemente
le acompaña en su pesar.
Como niebla vi los blancos
en muchedumbre llegar,
y oro y más oro queriendo,
se aumentaban más y más.
Al venerado padre Inca
con una astucia falaz
cogiéronle, y ya rendido
le dieron muerte fatal.
¡Corazón de león cruel,
manos de lobo voraz,
como a indefenso cordero
le acabasteis sin piedad!
Reventaba el trueno entonces
granizo caía asaz,
y el sol entrando en ocaso
reinaba la oscuridad.
Al mirar los sacerdotes
tan espantosa maldad,
con los hombres que aún vivían
se enterraron de pesar.
¿Y por qué no he de sentir?
¿Y por qué no he de llorar
si solamente extranjeros
en mi tierra habitan ya?
¡Ay!, venid hermanos míos,
juntemos nuestro pesar,
y en ese llano de sangre
lloremos nuestra orfandad,
y vos, Inca, padre mío
que el alto mundo habitáis
estas lágrimas de duelo
no olvidéis allá jamás.
¡Ay! No muero recordando
tan funesta adversidad.
¡Y vivo cuando desgarra
mi corazón el pesar!
Es curioso que la primera
manifestación lírica en quichua que se publicó formalmente en nuestro país
“Atahualpa huñai”, trate sobre un hecho muy importante que la dominación
española dejó como estela a su paso en la colonización de América: el
magnicidio de Atahualpa. Pudo haber sido unos versos a la naturaleza, una
canción de cuna, pero fue un tema entretejido en lo más profundo de la
conciencia social del pueblo indígena ecuatoriano. La tradición oral que
lo transmitió en varias generaciones, guardó con este poema varios aspectos;
uno, la claridad de saber que el último emperador Inca, señalado en la poesía
como el “venerado padre Inca”
fue vil y cobardemente asesinado en su propia casa por manos ambiciosas y
cegadas por sus más bajas codicias de riqueza material; otro aspecto del poema
es el dolor de una nacionalidad herida por lo sucedido, un dolor que se esconde
en la líneas de las arrugas de un pueblo cansado por los años que sigue
llorando aún tiempo después, no sólo por el luto de su desaparecido Inca, si no
por el dolor de seguir siendo vilmente asesinada su cultura, su gente, su
lengua, su identidad, su riqueza espiritual. Es una poesía del dolor de
la comunidad indígena por su situación de verse como una cultura humillada, de
ser en una sociedad de blancos lo más menospreciado, y mirar con amargura y aflicción
que no son dueños nunca más de su propia tierra, tierra que sus ancestros
tuvieron para sí mismos y para sus hijos.
Tres figuras literarias
sobresalientes en el poema:
1.
Figuras Patéticas.
La Exclamación expresando
un sentimiento desgarrado de pesar:
¡Cómo no abrumado /He de estar
de pena, /Viendo que mi patria /De un extraño es ya! (*Trad.
de Juan león Mera)
¡Corazón de león cruel, /manos
de lobos voraz, /Como a un indefenso cordero /le acabasteis sin piedad!
(*Trad. de Luis Cordero)
El Apóstrofe dirigiendo
la palabra a un ser ausente de manera exaltada:
¡Oh Inca, padre amado! /Nuestra
amarga pena /Dígnate mirar. (*Trad. Juan León Mera)
2.
La Prosopopeya. Le coloca atributos humanos al cárabo
(búho)y a la tórtolilla.
Un viejo cárabo está /Con el
llanto de los muertos /Llorando en su soledad;
/Y la tierna tortolilla, /En
otro árbol más allá, /Lamentando tristemente
/Le acompaña en su pesar. (*Trad.
Luis Cordero)
3.
El Símil. Hay un verso que utiliza esta
figura, con un nexo de unión (“Como” ) entre un plano real y un
plano imaginario.
Como niebla
(plano imaginario) vi los blancos /En muchedumbre llegar
(plano real) (*Trad. Luis Cordero)
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