jueves, 29 de octubre de 2015

Comentario a “Elegía a la muerte de Atahualpa”

Fuente: https://ojala.do/cultura/rescate-historico-de-atahualpa

 

En un corpulento guabo

un viejo cárabo está

con el lloro de los muertos

llorando en la soledad;

y la tierna tortolilla

en otro árbol más allá,

lamentando tristemente

le acompaña en su pesar.

 

Como niebla vi los blancos

en muchedumbre llegar,

y oro y más oro queriendo,

se aumentaban más y más.

 

Al venerado padre Inca

con una astucia falaz

cogiéronle, y ya rendido

le dieron muerte fatal.

 

¡Corazón de león cruel,

manos de lobo voraz,

como a indefenso cordero

le acabasteis sin piedad!

Reventaba el trueno entonces

granizo caía asaz,

y el sol entrando en ocaso

reinaba la oscuridad.

 

Al mirar los sacerdotes

tan espantosa maldad,

 con los hombres que aún vivían

se enterraron de pesar.

 

¿Y por qué no he de sentir?

¿Y por qué no he de llorar

si solamente extranjeros

en mi tierra habitan ya?

¡Ay!, venid hermanos míos,

juntemos nuestro pesar,

y en ese llano de sangre

lloremos nuestra orfandad,

y vos, Inca, padre mío

que el alto mundo habitáis

estas lágrimas de duelo

no olvidéis allá jamás.

 

¡Ay! No muero recordando

tan funesta adversidad.

¡Y vivo cuando desgarra

mi corazón el pesar!

 

Es curioso que la primera manifestación lírica en quichua que se publicó formalmente en nuestro país “Atahualpa huñai”, trate sobre un hecho muy importante que la dominación española dejó como estela a su paso en la colonización de América: el magnicidio de Atahualpa.  Pudo haber sido unos versos a la naturaleza, una canción de cuna, pero fue un tema entretejido en lo más profundo de la conciencia social del pueblo indígena ecuatoriano.  La tradición oral que lo transmitió en varias generaciones, guardó con este poema varios aspectos; uno, la claridad de saber que el último emperador Inca, señalado en la poesía como el “venerado padre Inca” fue vil y cobardemente asesinado en su propia casa por manos ambiciosas y cegadas por sus más bajas codicias de riqueza material; otro aspecto del poema es el dolor de una nacionalidad herida por lo sucedido, un dolor que se esconde en la líneas de las arrugas de un pueblo cansado por los años que sigue llorando aún tiempo después, no sólo por el luto de su desaparecido Inca, si no por el dolor de seguir siendo vilmente asesinada su cultura, su gente, su lengua, su identidad, su riqueza espiritual.  Es una poesía del dolor de la comunidad indígena por su situación de verse como una cultura humillada, de ser en una sociedad de blancos lo más menospreciado, y mirar con amargura y aflicción que no son dueños nunca más de su propia tierra, tierra que sus ancestros tuvieron para sí mismos y para sus hijos.

 

Tres figuras literarias sobresalientes en el poema:

 1.       Figuras Patéticas.

La Exclamación expresando un sentimiento desgarrado de pesar:  

¡Cómo no abrumado /He de estar de pena, /Viendo que mi patria /De un extraño es ya! (*Trad. de Juan león Mera)

¡Corazón de león cruel, /manos de lobos voraz, /Como a un indefenso cordero /le acabasteis sin piedad! (*Trad. de Luis Cordero)

El Apóstrofe dirigiendo la palabra a un ser ausente de manera exaltada:

¡Oh Inca, padre amado! /Nuestra amarga pena /Dígnate mirar. (*Trad. Juan León Mera)

 

 2.       La Prosopopeya.  Le coloca atributos humanos al cárabo (búho)y a la tórtolilla.

Un viejo cárabo está /Con el llanto de los muertos /Llorando en su soledad;

/Y la tierna tortolilla, /En otro árbol más allá, /Lamentando tristemente

/Le acompaña en su pesar. (*Trad. Luis Cordero)

3.       El Símil.  Hay un verso que utiliza esta figura, con un nexo de unión (“Como” ) entre un plano real y un plano imaginario.

Como niebla (plano imaginario) vi los blancos /En muchedumbre llegar (plano real) (*Trad. Luis Cordero)

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