jueves, 30 de octubre de 2014

Plaza de Tarqui

Foto: https://carmenmenendez.blogspot.com/2014/10/tarqui-corazon-comercial-de-manta.html

 

Victoria llevó a su pequeño hijo Vladimir a la plaza, a que la acompañase a comprar los víveres de la semana. Una vez que llegaron al mercado, bajando del bus, el pequeño hijo apretó la mano de su madre al oír a su lado el grito de ¡tomates, tomates, tomates! “¡Ay mami!” exclamó el muchachito. La madre sonrió. Era la primera vez que el niño acompañaba a su mamá al mercado a sus 6 años. ¡Concha, camarón, pescado! gritaban desde una mesa de mariscos; ¡a ver caserita, venga, venga! decía con voz grave la serranita que ofrecía los productos de la región interandina. Vladimir mirando a un lado y a otro se empezó a acostumbrar rápidamente con la multitud de personas, que, apretándose, caminaban de un lado a otro.  De pronto una señora regordeta abriéndose paso bruscamente empieza a gritar desesperadamente: ¡Ladrón, ladrón! ¡Cójanlo!, un mozuelo le había arranchado su cartera, un policía municipal corre y con el silbato ¡piiiii! ¡piiii! lo seguía gritándole: ¡alto ahí! ¡alto ahí!  El pillo se perdió entre la multitud. El niño se movió unos pasos para procurar con su mirada seguir la persecución; su mamá, al oír el primer grito de ¡ladrón!¡ladrón! apretó con sus dos manos su cartera, y en un santiamén el pequeño se apartó de su vista, ¡Vladimir, Vladimir, Vladimir! Empezó a gritar su madre de inmediato con una desesperación creciente, y el niño haló por detrás la falda de su mamá y dijo con inquietud ¡Aquí estoy mami! ¡Aquí estoy!  Su mamá frunció el ceño, agarró al niño de la mano y luego sonrió... empezaba una relación de compañía juntos, manteniéndose cada sábado en el la plaza del mercado de Tarqui durante toda una década...

 

Febrero 2014

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