martes, 31 de octubre de 2017

La Fábula de la lechera (Doña Thruana)


 

El relato de lo que le aconteció a doña Thruana, es una obra de Don Juan Manuel, parte del didactismo en la literatura medieval, donde el personaje Petronio presenta al joven Conde Lucanor, un consejo sabio y prudente.  El Conde Lucanor representa en la fábula, los valores del hombre que es humilde en reconocer que la grandeza no está en la riqueza o el estatus, sino en la sabiduría.  Con la historia de doña Truhana, Petronio intenta mostrar, con un ejemplo, que no es correcto poner sus esperanzas de riqueza en las fantasías.  Sin embargo, esta fábula también contiene un antivalor.  

Aplicando estos valores propuestos en nuestra vida, implicaría ser humilde en escuchar consejo y no caer en hacer castillos en el aire, sino abrazar la sensatez de siempre mirar la realidad.

Las intenciones de los valores de Don Juan Manuel al proponer este relato y concluir con este verso: “En realidades ciertas os podéis confiar, mas de las fantasías os debéis alejar”, podrían equivocarse en algo como valor propuesto, y es que el tema de soñar y hacer planes son el combustible del progreso.  El temor a no cumplir los sueños, para no experimentar frustración, es los que nos corta las alas de volar y el deseo de superar una realidad, como el de doña Truhana, de escasez.  Sin darse cuenta, Petronio insta al Conde Lucanor a mantenerse en una “zona de confort”, apostando en sus pensamientos siempre por lo seguro y no arrojarse a los retos.  Doña Truhana hizo bien en soñar, en proyectarse al progreso y diseñar en su mente el camino a seguir para alcanzarlo.  Tropezar y derramar la miel, que era el producto génesis para su plan es normal en toda historia de emprendimiento y superación; quedarse lamentando, es el error.  No podemos enseñar a desistir frente a la primera caída, o pensar que la olla de miel que se perdió es la única que tendré en toda mi vida y nunca más volveré a tener una olla de miel para volver a empezar.  

No tener sueños de progreso en la vida es caer en la falta de optimismo como antivalor, y renunciar a los sueños que me propongo cuando enfrento en el primer percance me indica otro antivalor que es la cobardía, falta de fe y perseverancia.

 

 Julio, 2014

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